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Energía Andina podría generar 80 MW mediante el proyecto Tinguiririca en 2019, Chile

Exploración geofísica - Pampa Lirima (source: flickr/ Energía Andina, creative commons)
Abraham Ormad 5 Sep 2013

José Manuel Soffia, gerente general de Energía Andina, realizó una interesante entrevista donde analizó el estado en el que se encuentra la geotermia en Chile y avanzó el desarrollo de los proyectos que tiene Energía Andina en cartera.

Adjuntamos esta interesante entrevista realizada por el diario que pasa minería en la que se en la que se entrevista a José Manuel Soffia, gerente general de Energía Andina.

El primer contacto de José Manuel Soffia, gerente general de Energía Andina, con la geotermia fue en ENAP, cuando Daniel Fernández, hoy en HidroAysén, promovió la incursión de la estatal en esta tecnología.

Desde esa primera aproximación, Soffia entendió que se trataba de un rubro en que el modelo de prueba y error exigía un cuidado extremo, lento, lleno de detalles.

La relatividad del tiempo tiene su propia expresión en este campo renovable al que pocos se han atrevido a entrar en nuestro país. Si un estudio de viento o luminosidad solar puede demorar un año, en la geotermia pueden pasar fácilmente cinco sin tener certezas. La verdad está bien escondida bajo tierra. Por eso todavía no hay ningún proyecto operando en Chile.

La propiedad de Energía Andina es compartida por Antofagasta Minerals (60%) y la australiana Origin (40%). En octubre la empresa cumplirá cinco años de vida. Soffia encabeza la línea ejecutiva incluso desde antes del nacimiento formal, en la etapa en que el grupo Luksic formó el joint venture original con ENAP, que después traspasó su parte a la firma oceánica.

-¿En qué pie está el desarrollo de la geotermia en Chile?
-Desde el punto de vista del desarrollo del negocio, va más lento de lo que nos gustaría. Al inicio, el otorgamiento de concesiones era muy lento. Hoy no podemos echarle la culpa a eso, porque tenemos bastantes concesiones otorgadas. El mayor impedimento es el recurso mismo, porque estamos en un negocio de riesgo. Se cuestionan más las cosas antes de hacer una exploración que es más cara.

-¿El modelo de prueba y error es muy riesgoso para los inversionistas?
-Entender qué pasa debajo de la superficie es difícil. Pretender creer que uno sabe es una arrogancia enorme, por lo tanto, es mucho de prueba y error y ese capital de riesgo que se tiene que invertir tiene que tener muy buenas espaldas. Afuera, en los años 50, las estatales hacían el trabajo y no se cuestionaba cuánto costaba. Así se desarrolló gran parte de la geotermia, que hoy tiene del orden de 11.000 MW en potencia instalada a nivel mundial. Hoy todo corre por cuenta de los privados.

-¿La partida es lo más difícil?
-La exploración inicial es puro capital de riesgo y por lo tanto viene del bolsillo directo del emprendedor. Es muy difícil levantar capital de riesgo en esta fase de exploración. Energía Andina ya ha invertido 60 millones de dólares en los 12 proyectos que ha explorado.

-¿Y existe la posibilidad de que desistan en alguno?
-Todos los proyectos han sido elegidos con pinzas. Es muy raro que un proyecto se abandone. Puede ser que no sea tan bueno y baje en la escala de prioridades. Hasta el minuto no hemos entrado en la definición de descartar proyectos, sobre todo porque hay muchas sinergias en algunos casos entre proyectos cercanos.

-¿Cuánto pesa el costo de acceder al mercado en el análisis?
-La línea de transmisión y conseguir buenos precios tiene sus propias complejidades. Los proyectos que se ven más chicos, económicamente no son viables. Si hubiese acceso a mercado donde nosotros no tuviéramos que financiar el 100% de la construcción de la línea de transmisión, a lo mejor esos proyectos sí serían atractivos.

-¿La carretera eléctrica es la solución?
-Para la geotermia es fenomenal, un paso adelante y la apoyamos. La carretera eléctrica y el proyecto 20/25 son positivos porque en la práctica ayudarían a todas las renovables.

-¿Cuánto podría aportar la geotermia en la meta 20/25?
-Apostamos a que en 2020, que era el plazo original, deberíamos tener alrededor de 500 MW de potencia como Energía Andina.

– ¿Y cómo anticipan el trabajo de conseguir contratos a largo plazo?
-El cálculo probabilístico en geotermia puede demorar cinco años para tener determinado el recurso. Estás jugando con una incertidumbre mayor que en otras renovables en cuanto a la capacidad de saber cuánta energía podrías vender para así armar un contrato. Un PPA en geotermia es complicado. Uno lo puede hacer en la medida que ya tenga probada una parte del recurso. Para probar esa parte del recurso, hoy necesitas inversiones del orden de 20 y 30 millones de dólares en un proyecto. No se puede firmar antes frente a una incertidumbre tan grande. Si firmaras, probablemente terminarías comprando en el spot. Y de eso ya tenemos el caso de Campanario. Nadie lo va a hacer.

-En la Toscana hay yacimientos geotérmicos desde 1920, ¿por qué aquí no hay despegue?
-Tiene que ver con las necesidades locales del país. Aquí siempre hubo un recurso más fácil, como la hidroelectricidad. Eso hace que incluso Endesa, en su tiempo estatal, no viera sentido a una entrada a la geotermia.

-¿Y no tiene que ver con el hecho de ser un país sísmico?
-No tiene relación. Hay casos o malos ejemplos, en Suiza y Nueva Zelandia, donde, con una extracción muy alta de un yacimiento se generaron hundimientos de tierra. Cuando el yacimiento está muy cercano a la superficie, si empiezas a sacar mucho vapor de la tierra, empiezas a generar una pérdida de sustentabilidad del terreno y eso genera microsismos. Eso ya se conoce como fenómeno y se evita. Nadie quiere que los proyectos se hundan, porque empieza a afectar tus instalaciones. Ya se aprendieron las lecciones y eso se controla.

-¿En qué estado se encuentran sus proyectos?
-Todos nuestros proyectos terminaron la etapa de exploración inicial y estamos perforando para comprobar las ideas. Aún nos quedan 6 proyectos más que perforar de los 12 que contamos. Tinguiririca es el más avanzado y deberíamos pasar a la etapa de definir si es económicamente explotable en 2014. Si todo sale bien, el 2019 deberíamos estar generando 80 MW. Para cualquier proyecto en Chile, dado que están lejos de los centros de consumo, hay que construir líneas de transmisión privadas y los proyectos menores de 50 MW no dan económicamente.

-¿Cómo están manejando la relación con las comunidades en un escenario de oposición general de éstas a los proyectos energéticos?
-Tratando de entrar siempre por la puerta de adelante a las comunidades, sean indígenas o civiles, y siendo transparentes desde el inicio. Hemos encontrado oposición en algunos casos, pero con el tiempo hemos avanzado con las mismas comunidades. La clave es la confianza y no hacer las cosas de un día para otro. Y la geotermia tiene una ventaja competitiva respecto a cualquier otro proyecto energético o industrial: tenemos más tiempo y las respuestas no son inmediatas.

-¿Cómo han funcionado en Tinguiririca, donde tienen el proyecto más avanzado?
-En Tinguiririca no hay comunidades indígenas. Son fundos privados en la cordillera. La relación con esas personas ha sido buena gracias a la transparencia con que hemos funcionado, tratando de involucrarlos. En Colpita, en Parinacota, ha sido fantástica. Es una comunidad pequeña, compuesta por tres troncos familiares. No hicimos nada hasta que no tuvimos su apoyo.

-¿Tan fácil?
-Mientras hagas las cosas como ellos te piden, no hay ningún drama. La experiencia de Colpita ha sido excelente. Incluso hay gente dentro de estas familias que puede que no esté muy de acuerdo, pero no tiene que ver con lo que vamos a hacer, sino en cuanto a la forma en que ellos participan en cada etapa del proyecto. A las comunidades indígenas que están en el territorio les interesa saber cómo te va, por qué vas a hacer un hoyo, por qué un camino. Cuando te entienden, les gusta participar. Hemos ido transando porque hay cosas que no se pueden hacer. Nos pueden proveer de instalaciones y servicios. Nos han dado alojamiento y alimentación. Hemos creado empresas con ellos, ayudándolos a crecer para que así tengan un beneficio directo.

-Pero en Pampa Lirima, en Tarapacá, sí han encontrado mayor oposición…
-La mitad de la gente se opone a la geotermia por el tema de El Tatio. Hay familias con miembros jóvenes que no tienen relación con el territorio, que son más urbanos, pero se han opuesto fervientemente por un factor ideológico. Fue un área a la que tuvimos que entrar de la mano de la comunidad, pero a través de una servidumbre legal. Nos reunimos y les dijimos que teníamos que hacer esto, porque la única manera para que siguiéramos conversando era a través del sistema. La etapa de perforación superficial demora el suficiente tiempo para ir generando un conocimiento compartido.

Incorporación de socios

-¿Existe la posibilidad de que se incorporen socios en algún proyecto?
-No hasta este minuto, porque todavía están en una etapa muy temprana de exploración. El día de mañana, cuando se avance en la etapa de construcción, probablemente se diversifique la estructura societaria del proyecto particular.

-¿Han tenido contacto con algún grupo?
-Hay muchos inversionistas interesado en hablar con nosotros en esa condición. En la industria geotérmica no hay capital en la etapa exploratoria, por más que se golpeen puertas o vayamos al Banco Mundial, porque, en esta última opción, como somos un país en desarrollo, ya no calificamos. Hay que sacar el dinero del bolsillo. Cuando ya entremos a la etapa en que está aprobado el recurso, ahí sí hay financiamiento. Para la fase de construcción, capital hay.

Fuente: Que pasa Minería.